Instruir a los niños y niñas en su camino, los motiva al proceso necesario para que conozcan y practiquen los límites que les garantizarán seguridad y bienestar en su cotidianidad.

El inicio de este proceso tiene lugar en el hogar, donde padre y madre ponen los fundamentos en valores y principios espirituales que se reflejen en su carácter y una conducta ética y moral que honre y glorifique a Dios y sirva al hombre.

El resultado final es compartir la esperanza de una vida digna y mejor para muchos niños y niñas.


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